Los miopes lo tenemos difícil tanto en la playa como en la piscina, en verano. Quién no ha dicho alguna vez durante el verano, “cuando salga del agua me hacéis señas, que no veo y tengo miedo de no encontrar la toalla”.
Esta escena debería de seguir manteniéndose, ya que no es recomendable usar lentillas si nos vamos a meter en el agua. Da igual si es el agua salada del mar, el agua dulce de un lago, o el agua con cloro de una piscina. La causa es una queratitis (inflamación de la córnea) por el uso de lentes de contacto. Pero no sólo por el uso de la lentes, si no por la culpa de las amebas de vida libre pertenecientes a los géneros Acanthamoeba, Naegleria y Balamuthia.
Las amebas son protozoos caracterizados por su forma cambiante, puesto que carecen de pared celular y por su movimiento ameboide. Las especies de este género viven libres en agua o en tierra, alimentándose de organismos más pequeños o de partículas en descomposición. Pueden aislarse de la tierra, el aire y el agua de los 5 continentes y, por ello, son múltiples las oportunidades de entrar en contacto con hombres y animales, pero sólo en una pequeña proporción de los casos producirán daño.
El ciclo biológico de las amebas consta de 2 estadios: una forma activa, con capacidad infecciosa y reproductora, que es el trofozoíto, y la forma latente, que es el quiste. La formación del quiste ocurre en condiciones ambientales adversas, como la falta de alimento, desecación o cambios en la temperatura y pH. En estas condiciones, el microorganismo reduce drásticamente su actividad metabólica y así es capaz de sobrevivir a la acción de desinfectantes, antibióticos, cloración y bajas temperaturas, incluso de congelación, y puede permanecer viable varios años a 20 °C. En condiciones ambientales apropiadas, los quistes se transforman en trofozoítos, que serán las amebas de vida libre, y que se alimentarán de otros microorganismo como bacterias, pudiendo entrar en contacto con los humanos, y provocar una infección oportunista.
Entre los factores predisponentes para una infección con amebas destacan los traumatismos corneales, el contacto con cuerpos extraños o la exposición al agua templada (p. ej., de una bañera o piscina), pero el factor de riesgo más importante es el uso de lentes de contacto, no desinfectarlas apropiadamente o con la frecuencia recomendada y su utilización durante la práctica de la natación o el surf, por ejemplo. La ameba penetra desde el agua a través de la mucosa ocular, y puede quedar adherida a las lentes de contacto, que si no se desinfectan bien, podrían producir la infección por amebas.
El desarrollo y uso extensivo de lentes de contacto desde 1980 ha resultado en la aparición frecuente de casos de queratitis por Acanthamoeba. Antes de ese período, su ocurrencia era rara y estaba limitada a un trauma corneal accidental. Con el uso generalizado de lentes de contacto y la falta de cuidados para su mantenimiento, la queratitis amebiana ha alcanzado proporciones epidémicas con casos reportados en todo el mundo.
Así que ya sabéis, o no usar lentes de contacto en el agua, o desinfectarlas y limpiarlas adecuadamente para evitar cualquier posible infección.
¡Buen comienzo de semana!