¡Feliz comienzo de semana concienzudXs!
Aunque últimamente nuestro blog parece un monográfico sobre COVID-19, hemos decidido hablaros sobre las diferentes vacunas que se van a administrar a la población en los próximos meses.
A muchos os generará cierta incertidumbre el hecho de que en esta situación de pandemia global las vacunas se hayan aprobado en menos de un año, pero ahora os vamos a explicar el por qué de esta rapidez (más allá de la presión por la necesidad global de las vacunas).
La estrategia de las vacunas de Pfizer-BioNTech y la de Moderna es el uso de ARN mensajero (ARNm) monocatenario encapsulado en nanopartículas lipídicas formadas por componentes de la membrana de las células (derivados del polietilenglicol, fosfolípidos, colesterol y otros), que favorecen la internalización de lo que haya dentro de la cápsula en el citoplasma de las células.
El uso de esta tecnología para la vacunación contra el SARS-CoV-2 nos parece muy inteligente, porque la tecnología en sí lleva décadas usándose en ensayos clínicos y preclínicos tanto de tratamiento de infecciones por virus y bacterias como para el tratamiento de diversos tumores, de manera que lo único que quedaba por «testar» en los ensayos clínicos era la eficacia y los efectos secundarios del ARNm en sí.
De hecho, la principal preocupación era que el ARNm es una estructura bastante inestable y que se degrada con mucha facilidad, de manera que eficacia de la inmunización estaba en cuestión. Sin embargo, la rapidez del proceso de síntesis de ARNm específicos para el patógeno nuevo una vez secuenciado su genoma, y la poca manipulación que requiere la generación de este tipo de vacunas hizo que ambas empresas se decantaran por esta estrategia. Además, el ARNm no se integra en el ADN de las células, sino que se «traduce» a proteínas gracias a los ribosomas, de manera que estas vacunas son muy seguras.
La vacuna de Pfizer-BioNTech ha modificado la secuencia del gen que codifica para la proteína S (la glicoproteína de la envoltura del virus que actúa como la llave que se une al receptor de la célula), para aumentar su estabilidad y facilitar que la célula sea capaz de leerla, traducirla y sintetizar la proteína viral.
La vacuna se administra por vía intramuscular, de manera que las nanopartículas lipídicas se fusionan con la membrana de las células del músculo y liberan las cadenas de ARNm en el citoplasma. Estas son reconocidas por los ribosomas y por toda la maquinaria enzimática de la célula y sintetizan la proteína S del virus, que se expondrá en la superficie de la célula y estimulará la respuesta inmune. Al detectar esas proteínas «extrañas» nuestro sistema inmune responde generando anticuerpos neutralizantes que reaccionan contra varias partes de la proteína S, por eso es posible que aunque el virus mute no afecte a la eficacia de las vacunas.
Las principales limitaciones de este tipo de vacunas son que no se sabe cuánto tiempo dura la inmunización contra el virus, se desconoce si las personas vacunadas pueden propagar el virus sin llegar a desarrollar la enfermedad y que no hay estudios de posibles efectos secundarios a largo plazo.
Astra/Zeneca y la Universidad de Oxford han usado otra estrategia diametralmente opuesta para su vacuna. Esta se basa en modificar genéticamente un adenovirus de chimpancé para que infecte las células y estas expresen la proteína S del virus. Los adenovirus usados como vectores se han modificado genéticamente con dos objetivos: reducir o anular la capacidad de replicación en el huésped vacunado y asegurar la expresión en la superficie de los antígenos diana (la proteína S).
En sí el fundamento de la vacuna es bastante parecido al de las de ARNm, pero la infección con adenovirus es más eficiente que la distribución con vacuolas lipídicas y también son vacunas más estables.
Entonces… ¿me vacuno o no me vacuno?
Como todo en esta vida, hay que sopesar las ventajas e inconvenientes potenciales. Si bien no se tiene idea de cómo van a protegernos a largo plazo o si van a ser suficientemente eficaces contra nuevas variaciones del virus, por ahora lo que sabemos es que son seguras y protegen. Así que nosotros no lo dudamos: ¡Nos vacunamos!