Curiosidades, Naturaleza y Biología

¡Madre no hay más que una!

¡Feliz comienzo de semana concienzudXs!

Esta semana, con motivo del día de la madre, hemos decidido adelantar un día nuestro post semanal, y es que ¡madre no hay más que una! 😉

Todos entendemos que las madres son unos seres maravillosos que quieren y cuidan a su descendencia, anteponiendo las necesidades de sus vástagos a las propias, por algo que denominamos «instinto maternal»… pero… ¿es esto siempre así? Hoy os vamos a hablar de osas panda, cocodrilos, caballitos de mar, pulpos, koalas y elefantas… ¿quién será mejor madre?

Como de costumbre, la naturaleza es increíble y tenemos madres para todos los gustos, empezando por el oso panda. Todos tenemos en la cabeza una idea del oso panda como un ser adorable y achuchable, lento en sus movimientos y que se pasa todo el día comiendo bambú, pero ¿son las madres de oso panda igual de adorables? Pese a lo que cupiera esperar, la osa panda gigante ha sido catalogada como una de las peores madres de acuerdo con una lista elaborada por Scott Forbes (un biólogo de la Universidad de Winnipeg) para la revista National Geographic. ¿Cuál es el motivo? Pues bien, cuando las osas pandas tienen una cría no hay problema, pero cuando tienen dos, decide hacerse cargo tan sólo de una de ellas, abocando a la otra a la muerte. Puede sonar cruel, pero tiene un sentido biológico y es que es mejor tener un descendiente sano y fuerte antes que dos descendientes débiles cuya supervivencia se pueda ver comprometida. Una vez seleccionada la cría de la que se hará cargo, la madre dedica los siguientes ocho o nueve meses al cuidado del pequeño panda para después abandonarle a su  suerte.

¿Os parece poco tiempo?

Pues la siguiente especie tiene una infancia aún más «cruda» y es que la madre símplemente deja los huevos en una bolsa que tiene el padre, y es él el que los fecunda y los mantiene en su vientre entre 3 y 4 semanas. ¿Sabéis de quién se trata? ¡Efectivamente! Los caballitos de mar. Lo que no todo el mundo sabe es que en el momento en el que los caballitos de mar nacen el padre los abandona a su suerte.

Y siguiendo en el medio acuático ahora vamos a hablar del pulpo. A diferencia de otras especies las hembras de pulpo son capaces de poner hasta unos 50.000 huevos… De los que no se separa hasta que eclosionan. El periodo de incubación oscila desde 1-3 meses en aguas poco profundas hasta varios años en zonas más frías y oscuras. El récord lo tiene la especie Graneledone boreopacifica con 53 meses de incubación. Como os podéis imaginar, el no separarse de sus huevos implica que no puede cazar, con lo que para alimentarse puede llegar a comerse sus propios tentáculos, pero la muchas de las hembras de pulpo mueren tras la eclosión de sus huevos por el largo periodo de inanición. Sin embargo se quedan pegadas a ellos para protegerlos hasta que eclosionan.

En esta línea de buenas madres está la hembra del cocodrilo, y es que estas depositan los huevos en un nido construido cuidadosamente con vegetación en descomposición, para conseguir que se incuben a la temperatura adecuada sin necesidad de posarse sobre ellos, porque correrían el riesgo de aplastarlos. Una vez que nacen, la madre los lleva en su boca un par de semanas para protegerlos de otros depredadores (principalmente de su propia especie) y darles alimento y agua, hasta que son lo suficientemente grandes para valerse por sí mismos.

No se puede hacer un post de madres del mundo animal sin hablar de las elefantas, que son los mamíferos que tienen un mayor tiempo de gestación de sus crías, y es que tienen un embarazo de 22 meses (¡casi 2 años!) para que así sus crías tengan un mayor desarrollo cerebral. Además, las crías de elefante, al igual que las de humano, son totalmente dependientes durante los primeros meses de vida. Afortunadamente, debido a la estructura social de las manadas de elefantes, todas las hembras de la manada contribuyen al cuidado de los bebés.

Y por último vamos a hablar de koalas. ¿Serán buenas madres? Bueno, pues habría que preguntarles a los koalitas, porque tras un embarazo de unos 35 días, nacen ciegos, con un gramo de peso y dos centímetros de longitud, y permanecerán dentro de la bolsa de su madre alimentándose de su leche hasta los siete meses, momento a partir del cual… empiezan a comer una especie de pasta llamada pap que no es otra cosa que las heces de la koala. ¡Y vosotros quejándoos cuando vuestras madres os hacían comer pescado o lentejas! Por supuesto tiene una explicación biológica, y es que al ingerir las heces procesadas se transmiten los microorganismos del sistema digestivo de la madre a sus crías, lo que les permite ingerir sin riesgo las hojas de eucalipto, que para el resto de los mortales son tóxicas.

¿Qué os parece? ¿Tenemos suerte de haber nacido humanos? ¿O preferiríais haber sido de una de estas especies?

¡Feliz semana!